14.2.18

No es lo que vos creés


Cuando estás boca arriba, cuando vas boca arriba, en la camilla, llevado por dos indiferentes enfermeros que no tendrían mayores inconvenientes en sodomizarte o cortarte con una moladora y guardar los pedazos, tus pedazos, vos, en una bolsa de residuos de consorcio, primero, en el baúl de un automóvil, después. Cuando te llevan al quirófano y lo único que ves son una hilera de luces en el techo y sentís un frío como aquella vez que estabas en el muelle en Miramar y pegó una ola venida de quién sabe dónde y te empapó. Cuando abren las puertas del quirófano y sentís el olor a desinfectante, bueno, no tiene mayor importancia si Andrea no quiso bailar con vos ese lento en sexto grado, si Gabriela te dijo que sos una basura humana, lo peor que le pasó en la vida, una bestia egoísta y sin alma, tampoco importa muy bien porqué Mónica te dejó.
​Cuando estás en el dentista, transpirando como un chancho pecarí que oye los ladridos de la jauría de perros y corre por su vida, y el dentista dice ‘bueno, abra bien la boca’, y ves, aunque tenés los ojos cerrados pero ves, aunque no querés ver pero ves, el tamaño de la aguja, y sentís el pinchazo, la encía cede y el metal cumple su función. Y todavía no se duerme nada, todavía persiste el dolor como un rayo cruzando la noche en medio del mar. Cuando duele, cuando sigue doliendo y uno descubre que quizás tu ser no fue del todo bien diseñado para el dolor, bueno, no importa porqué al tipo se le ocurrió dar marcha atrás sin mirar por el espejo retrovisor y hubo ruido de cristales rotos y te bajaste del auto y no podías creer lo que veías, con lo que te costó juntar la plata para comprar ese automóvil, cómo quedó el capot.
​Cuando estás sentado, y te das cuenta que sentado se te nota más todavía la panza, que hay un espejo de costado en alguna pared, y te ves el pelo, lo que le pasó a tu pelo, a tu rostro, lo que hizo la vida con vos. Cuando el médico levanta la radiografía o los análisis o el estudio, y se acomoda los lentes o niega de manera casi imperceptible, pero niega con la cabeza y dice ‘mmm’, o ‘ajá’, o ‘vamos a tener que ver’. Bueno, entonces no importa demasiado si te echaron del trabajo porque el salame de Ostolaza quería darle la subgerencia a la piba que se estaba cogiendo, si al toque de mudarte a ese departamento en Villa del Parque se pusieron a construir una torre que te dejó más encerrado que un hámster en una caja de zapatos, si no nevó ni un solo día cada vez que fuiste a Bariloche, y llovió todos los días que pasaste en Buzios.
​Cuando te parece que estás en peligro, cuando sentís que te vas a morir o cuando te duele algo, ahí te das cuenta que tu vida, aquello que podríamos denominar tu vida, los hechos que la definen y la marcaron, carecen de relevancia.
​Quizás sea el objetivo de las desgracias. Su justificación.

5 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Tal vez en esos momentos donde más importan esas frustraciones, donde más se desea poder cambiar el pasado, para haber tenido éxito alguna vez con una mujer. Y con egoismo, que haya una mujer para amargarse, si algo sale
Tal vez esto lo comento sólo porque soy un demiurgo, imperfecto por definición, que quiere llevar la contra.
Noto una nueva mención a Mónica.

Frodo dijo...

Genio! Mil Veces!
La justificación! Claro que si! Esa vieja engreída que nos toma por asalto cuando ya no queda nada.

Te faltó una muy importante, el poder de echarle la culpa a tus viejos... ni hablar si es en un sofá de psicoanalista.
Una que también me pasa es cuando se termina el fin de semana y te das cuenta que hiciste el 17 % de lo que planeaste, y te encontrás echándole la culpa a cualquier pelotudez, tu jermu, el tiempo, la cerveza esa de más que no tendrías que haber tomado con el boludo de Cali que nunca sabe decir esta es la última...

Perdón por usar este espacio para despacharme, pero sus textos me mueven

Lo abrazo

J. Hundred dijo...

*el demiurgo de hurlingham! a veces queremos cambiar el pasado, a veces queremos cambiar el futuro. pase lo que pase, el subte viene lleno. lo saludo.

*frodo! somos estatuas de sal queremos volver, cantaba el señor carlos alberto garcía moreno, cuando solía ser charly garcía. lo abrazo.

José A. García dijo...

Todo carece de relevancia, pero nos educan para pensar lo contrario, para creer que somos especiales y únicos.

Ese es el maldito chiste que no atrapa y nos condena a seguir viviendo.

Saludos,

J.

J. Hundred dijo...

*josé a. garcía! this is my chicken! quiero decir, está muy bien. lo saludo.